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  RELACIONES BILATERALES - INMIGRACIÓN JAPONESA  
 

RESEÑA DE LA INMIGRACIONJAPONESA AL PARAGUAY

Inicio de la inmigración
La historia de la inmigración japonesa al Paraguay comenzó el 15 de mayo de 1936, que es relativamente nueva con respecto a los demás países latinoamericanos (en México se inició en 1897, en Perú en 1899 y en Brasil 1908), cuando en el año 1934 el Gobierno del Brasil promulgó una ley que limitó considerablemente el número de los nuevos inmigrantes a dicho país. En 1934, el Director Ejecutivo de la empresa “Colonización Brasileira S.A.”, Kunito Miyasaka realizó su primera investigación en el Paraguay para el asentamiento de los japoneses. Al año siguiente, el Gobierno del Japón envió al Paraguay una misión para indagar aún más detalles de las condiciones y finalmente decidió adquirir el terreno en la hoy denominada ciudad de La Colmena.

En abril del año 1936 el Gobierno Paraguayo otorgó su consentimiento a la empresa Colonización Brasileira S.A. para introducir al país a 100 familias de inmigrantes japoneses.

Dicha empresa adquirió un terreno de aproximadamente 11.000 hectáreas en una llanura situada a unos 130 Km. al sureste de Asunción, estableciendo así la colonia La Colmena. De esta forma se constituyó la base para recibir a los inmigrantes japoneses. El 25 de junio del mismo año, llegaron a La Colmena 4 familias compuestas por 33 personas, quienes contaban con experiencias colonizadoras en el Brasil, a fin de orientar a los nuevos inmigrantes que llegarían posteriormente y sucesivamente arribaron otras 4 familias integradas por 36 personas. El día 12 de agosto de 1936, llegó desde el Japón el primer grupo inmigrante compuesto por 11 familias con un total de 81 personas, y hasta 1941, año en que se interrumpió la inmigración japonesa a causa de la Segunda Guerra Mundial, 123 familias con un total de 790 personas, llegaron al Paraguay en busca de un nuevo horizonte.

Desde su llegada a la tierra inexplorada de La Colmena, los inmigrantes japoneses desafiaron la agreste selva y prepararon la tierra para el cultivo de numerosos productos agrícolas, tales como el algodón, cítricos, arroz, caña de azúcar, entre otros. Sin embargo, las circunstancias de infraestructura, especialmente el precario estado de los caminos, impidieron la comercialización de sus productos.

Nuevas familias en 1952
Luego de finalizar la Segunda Guerra Mundial, la inmigración japonesa se reinició en el año 1952 con la llegada de 18 personas a La Colmena, con la aprobación del Gobierno Paraguayo otorgada nuevamente a la empresa Colonización Brasileira S.A.

En 1952, el Gobierno Paraguayo permitió a los inmigrantes japoneses asentarse en la colonia Federico Chávez, en el departamento de Itapúa, sitio que el Gobierno Nacional dispuso como una nueva colonia para el desarrollo de la zona sur del país, y llegaron 35 familias de inmigrantes japoneses compuestas por 210 personas a esta nueva colonia. Con la progresiva llegada de los inmigrantes japoneses, se fueron agotando los terrenos disponibles en la colonia Federico Chávez, por lo que en 1955 en busca de otros terrenos para el asentamiento de los inmigrantes japoneses, se inició la colonización en Fram. Posteriormente, en el año 1956 establecieron la colonia Fuji y en 1957 extendieron la colonización hasta La Paz y Santa Rosa, en el departamento de Itapúa.

Por otra parte, en el año 1956 unas 137 familias de inmigrantes japoneses, se asentaron en el departamento de Amambay, contratadas para dedicarse al cultivo de café en la Estancia JOHNSON, de la Compañía Americana de Fomento Económico (CAFE). Tres años después, con la quiebra de dicha compañía, los inmigrantes japoneses de la zona se vieron en la necesidad de generar nuevas fuentes de ingreso, dedicándose algunos a las actividades agrícolas y otros al comercio.

En el año 1959 se suscribió el Acuerdo para la Inmigración, entre los Gobiernos del Japón y del Paraguay. Con este acuerdo se aprobó la incorporación de 85.000 inmigrantes en un lapso de 30 años. Al mismo tiempo, se suscribió un acuerdo de cooperación financiera de 3,8 millones de dólares para que el Gobierno del Paraguay pudiera adquirir los barcos fluviales para la Flota Mercante del Estado.

En el año 1960 la JICA (denominada en ese entonces Corporación Pública de Servicios Emigratorios del Japón), adquirió terrenos en el sitio denominado Alto Paraná, hoy distrito Pirapó, en el departamento de Itapúa, donde se asentaron 26 familias japonesas y unas 87.000 hectáreas en Yguazú, del departamento de Alto Paraná, constituyendo la colonia más grande de inmigrantes japoneses.

Cumplidas todas estas etapas, los inmigrantes japoneses en el Paraguay suman en la actualidad aproximadamente unas 7.000 personas, incluyendo a sus descendientes.

Si bien es cierto que del total de los colonos japoneses una pequeña parte se dedica al comercio e industria en algunas ciudades del país, la gran mayoría ha permanecido en las colonias, dedicándose a la agricultura y esmerándose en contribuir al desarrollo del Paraguay.

Contribución a la economía paraguaya
La mayor parte de los inmigrantes japoneses en el Paraguay, se dedica a la agricultura, la cual representa aproximadamente el 1% de la población agrícola y sin embargo, genera el 6 % de la producción total de soja y el 19 % de trigo en el país. Las actividades productivas de la población rural japonesa son extensas, abarcando desde los cultivos de corta duración hasta los permanentes, tales como hortalizas, cereales y cítricos. También se dedican a la avicultura.

Las producciones de tomate, soja, trigo y huevo, son las más incentivadas e influyen notablemente en la producción agrícola paraguaya. Un resultado excelente de la actividad agrícola de los inmigrantes japoneses fue la habilitación de la vía para la exportación de soja. La cantidad de producción sojera en el Paraguay tiene como objetivo alcanzar tres millones de toneladas. A pesar de su gran auge, se desconoce relativamente, que fueron los inmigrantes japoneses quienes comenzaron la producción de soja como cultivo de importancia.

Los inmigrantes japoneses que se asentaron en las colonias Federico Chávez y Fram tomaron como ejemplo en sus comienzos el sistema de cultivo agrícola de los inmigrantes alemanes vecinos, y cultivaron el maíz como cultivo de corta duración; tung y yerba mate como cultivo permanente, para estabilizar la economía familiar.

Sin embargo, en aquel entonces el precio de los productos cultivados era muy bajo y sus comercializaciones no fueron excelentes. Por consiguiente, las dificultades fueron en aumento, disminuyendo cada vez más el capital traído del Japón.

En esas circunstancias algunos japoneses comenzaron a cultivar la soja para consumo familiar, aunque en ínfima cantidad, con las semillas que trajeron del Japón.

Por ser excelente la cosecha de la soja, los dirigentes de la Asociación de Cooperativas Agrícolas prestaron atención a este rubro y comenzaron el estudio de la forma de exportarlo al mercado exterior como producto principal de los inmigrantes japoneses.

En febrero de 1959, se reunieron como una asociación las cuatro cooperativas de Federico Chávez, Fuji, La Paz y Santa Rosa formando la Asociación de Cooperativas Agrícolas de Itapúa, con el objeto de obtener eficiencia en la venta de productos y en la adquisición de provisiones y de fortalecer la exportación.

La apertura de la vía para la exportación así como la primera exportación de soja en el mercado mundial, fueron las razones para que la soja paraguaya comenzara a atraer la atención.

De esta manera fue incentivada cada vez más la producción de este grano, y si bien la producción en grandes escalas se inició principalmente en las colonias japonesas de Itapúa, ha venido creciendo de acuerdo a la demanda internacional hasta alcanzar su producción nacional.

Esfuerzo y cooperación del Japón
Tanto el Gobierno del Japón, como la JICA, aunaron sus esfuerzos para incrementar la producción de soja en el Paraguay. El Gobierno del Japón otorgó su cooperación para la construcción del CRIA (Centro Regional de Investigación Agrícola), CEMA (Centro de Mecanización Agrícola), y CEDEFO (Centro de Desarrollo Forestal), en el departamento de Itapúa, con miras a obtener nuevas especies de soja, aptas para el cultivo en el Paraguay, y además ha brindado su asistencia para la construcción de caminos, electrificación y otros numerosos proyectos, para favorecer la producción y comercialización de este grano.

En cuanto a la JICA, además de introducir variedades mejoradas de soja, ha llevado a cabo el envío de expertos y la provisión del equipamiento necesario para su estudio y cultivo. Lo más trascendental de las cooperaciones técnicas de la JICA, es la introducción de la forma de cultivo llamada “siembra directa” que transformó revolucionariamente el sistema tradicional de cultivo, protegiendo la erosión de la tierra, minimizando el costo y el esfuerzo y aumentando la producción. Gracias a la utilización de la siembra directa, se multiplicó considerablemente la producción sojera, llegando finalmente a ser uno de los principales productos agrícolas de exportación y ocupando el primer lugar como fuente de ingreso de divisas del Paraguay.

 
       
 
   
       
       
       
       
 

 

   
 

 

   
 

 

   
 

 

   
 
       
   
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